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Las técnicas cromatográficas se realizan en laboratorios científicos para separar compuestos químicos de una muestra desconocida. La muestra se disuelve en un solvente y fluye a través de una columna, en la cual se separa por la atracción del compuesto contra el material de la columna. Esta atracción polar y no polar hacia el material de la columna es la fuerza activa que hace que los compuestos se separen con el tiempo. Los dos tipos de cromatografía utilizados hoy en día son la cromatografía de gases (GC) y la cromatografía líquida de alto rendimiento (HPLC).
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La cromatografía de gases vaporiza la muestra y es transportada a lo largo del sistema por un gas inerte como el helio. El uso de hidrógeno produce una mejor separación y eficiencia, pero muchos laboratorios prohíben el uso de este gas debido a su naturaleza inflamable. Cuando se usa la cromatografía líquida, la muestra permanece en su estado líquido y es empujada a través de la columna bajo altas presiones por varios solventes como agua, metanol o acetonitrilo. Las diferentes concentraciones de cada disolvente afectarán la cromatografía de cada compuesto de manera diferente. Hacer que la muestra permanezca en su estado líquido aumenta la estabilidad del compuesto.
Tipos de columna
Las columnas de cromatografía de gases tienen un diámetro interno muy pequeño y su longitud puede variar de 10 a 45 metros. Estas columnas a base de sílice se enrollan a lo largo de un marco metálico circular y se calientan a una temperatura de 250 grados Fahrenheit. Las columnas de cromatografía líquida también están basadas en sílice, pero tienen una carcasa metálica gruesa para soportar altas cantidades de presión interna. Estas columnas operan a temperatura ambiente y varían de 50 a 250 centímetros de longitud.
Estabilidad Compuesta
En la cromatografía de gases, la muestra inyectada en el sistema se vaporiza a aproximadamente 400 grados Fahrenheit antes de pasar a través de la columna. Por lo tanto, el compuesto debe ser capaz de resistir el calor a altas temperaturas sin descomponerse o degradarse en otra molécula. Los sistemas de cromatografía líquida permiten al científico analizar compuestos más grandes y menos estables porque la muestra no está expuesta al calor.