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Si bien la extinción de especies animales es parte del proceso natural de evolución, la expansión de la especie humana ha llevado a aumentos significativos en la tasa de extinción. Debido a que los humanos comparten ecosistemas con especies en peligro de extinción, nuestra calidad de vida y nuestra supervivencia están vinculadas a ellas. La destrucción del hábitat, el cambio climático, el agotamiento de los recursos y otros factores han aumentado la tasa de extinción en un factor de 1,000, ejerciendo una presión sustancial sobre miles de las criaturas más vulnerables del planeta.
Bisonte americano
Un ejemplo de cómo el agotamiento de una especie afectó a los humanos es lo que ocurrió después de que el bisonte estadounidense casi desapareció en el siglo XIX.Originalmente, el bisonte era un animal común en las llanuras centrales, con una población estimada de 15 millones, y los nativos americanos de la región dependían del animal para alimentarse, cuero, pieles y muchos otros bienes vitales para un estilo de vida nómada. En 1890, sin embargo, solo quedaban unos pocos miles de bisontes en Estados Unidos. Los cazadores tribales pudieron matar a más animales con la ayuda de armas de fuego, y en algunos casos el gobierno de los Estados Unidos alentó la matanza generalizada de rebaños de bisontes. La especie desaparecida obligó a las tribus dependientes del animal a trasladarse a nuevas tierras en busca de alimento, y finalmente esas tribus ya no pudieron mantenerse y tuvieron que tratar con el gobierno de los Estados Unidos para sobrevivir.
Abejas y polinización
Otra especie amenazada de la que dependen los humanos es la abeja común. Las abejas son responsables de polinizar más de 250,000 especies de plantas. Sin embargo, una enfermedad conocida como "trastorno del colapso de colonias" ha eliminado poblaciones enteras del insecto, y los científicos aún no han descubierto su verdadera causa. Las poblaciones de abejas en decadencia ya han obligado a algunos productores a importar colonias a sus campos para mantener los rendimientos altos, y las pérdidas continuas podrían amenazar el suministro de cultivos como almendras, manzanas y pepinos. De las diferentes variedades de cultivos de los que dependen los humanos para alimentarse en todo el mundo, 87 dependen de polinizadores, principalmente abejas melíferas, mientras que solo 28 cultivos diferentes podrían sobrevivir sin dicha ayuda.
Vectores de enfermedades
Algunas especies sirven como amortiguadores entre humanos y patógenos que podrían resultar extremadamente peligrosos. La zarigüeya común es resistente a los parásitos que causan la enfermedad de Lyme, pero el desarrollo humano y otros factores han disminuido su número en los Estados Unidos. Otras especies que se han mudado para llenar su nicho ecológico tienen menos resistencia a la enfermedad y, como resultado, la incidencia de la enfermedad de Lyme entre los humanos en estas regiones ha aumentado. En algunas áreas de los Estados Unidos, los incidentes de la enfermedad de Lyme han aumentado en aproximadamente un 30 por ciento en los últimos 20 años. Los científicos también han descubierto vínculos entre la incidencia del virus del Nilo Occidental y el hantavirus y las reducciones locales de la biodiversidad.
Estudios Médicos
Las extinciones de animales también pueden privar a los humanos de valiosos avances médicos. Muchas especies diferentes tienen procesos corporales únicos que pueden ofrecer información para curar enfermedades humanas. Las toxinas producidas por las ranas venenosas en la selva tropical, por ejemplo, han proporcionado información invaluable sobre cómo se comportan los compuestos alcaloides en los organismos vivos. Los científicos también estudian a los osos en busca de pistas sobre cómo reciclan las toxinas de la sangre durante la hibernación para encontrar posibles soluciones a los trastornos renales. Cada especie que desaparece puede ser la clave para cualquier cantidad de avances médicos, y la pérdida de estos recursos podría ser un golpe terrible para los humanos.