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Cuando esa mosca de la fruta golpea con fuerza la ventana de su habitación, no se equivoque: duele. Ahora, la ciencia nos dice que incluso después de que una mosca se recupere de la caída del cristal de su ventana, su lesión nunca dejará de doler.
Los científicos saben desde hace más de 15 años que los insectos experimentan dolor, o al menos algo similar al dolor. Pero una nueva investigación publicada a principios de este mes por el profesor asociado Greg Neely de la Universidad de Sydney indica algunos detalles más específicos: los insectos experimentan dolor crónico, incluso mucho después de que una lesión se haya curado.
Neely y su equipo, cuya investigación apareció en la revista Science Advances, sugieren que el dolor crónico en las moscas de la fruta proviene de estímulos similares al dolor crónico en los humanos.
Por qué es importante el dolor de mosca
Neely y sus colegas investigadores están estudiando el dolor en el Centro Charles Perkins, con el objetivo de desarrollar soluciones para el tratamiento del dolor no opioides. Neely dijo en un comunicado de prensa de la Universidad de Sydney que la investigación sobre el dolor crónico en las moscas de la fruta podría iniciar el desarrollo de tratamientos que aborden tanto la causa como los síntomas del dolor crónico en los humanos.
"Si podemos desarrollar medicamentos o nuevas terapias con células madre que puedan enfocarse y reparar la causa subyacente, en lugar de los síntomas, esto podría ayudar a muchas personas", dijo Neely en el comunicado.
A los fines de su estudio, Neely y su equipo definen el dolor crónico como "dolor persistente que continúa después de que la lesión original haya sanado". Esto puede ocurrir como dolor inflamatorio o dolor neuropático.
El dolor neuropático ocurre como resultado del daño al sistema nervioso, generalmente descrito por los humanos como dolor ardiente o punzante. El equipo de Neelys se centró en este tipo de dolor crónico en su investigación.
Lo que encontraron
Como resultado, cuando una mosca de la fruta se sostiene y sana de una energía, su cuerpo esencialmente "pierde sus frenos de dolor" y se vuelve hipersensible en un esfuerzo por proteger a la mosca que avanza. Este umbral de dolor más bajo hace que la mosca sea "hiperviligante" para ayudarla a protegerse por el resto de su vida, según Neely.
Algo similar sucede en los humanos, pero sin el mismo beneficio para la supervivencia.
"Los animales necesitan perder los frenos del dolor para sobrevivir en situaciones peligrosas, pero cuando los humanos pierden esos frenos, nos hace la vida imposible", dijo Neely en el comunicado de prensa de la Universidad de Sydney. "Necesitamos recuperar los frenos para vivir una existencia cómoda y no dolorosa".
Ahora, los científicos saben que la causa principal del dolor neuropático en las moscas es la pérdida de los frenos del dolor en su sistema nervioso central. Ese conocimiento puede ayudar a informar a Neelys a buscar soluciones para el dolor en el futuro.
"Estamos enfocados en hacer nuevas terapias con células madre o medicamentos que se dirijan a la causa subyacente y detengan el dolor para siempre", dijo en el comunicado.